Me dí cuenta que los perros aquí, en New York, no son sólo mascotas.
Además de brindar compañía son un importante factor socializante. Por lo menos en Manhattan, porque en los barrios más alejados del "gran ruido y las luces", como Queens o Brooklyn, las cosas son distintas, claro.
Pero en Manhattan, aaahhhh, los perritos son el factor socializante casi más importante. Porque no sólo palian el desasosiego de la vida solitaria, sino que son la excusa para que la gente se comunique.
Efectivamente. La gente aprovecha los momentos en que pasea a su mascota por parques, calles plazas, para cruzarse con amigos, vecinos, etc., y conversar, hacer nuevas amistades, reflotar otras no tan nuevas, enterarse de los últimos chimentos. Es decir, la gente no se encuentra como podría ser en Buenos Aires, en los shopping malls, en los supermercados, o simplemente el almacén o la panadería, para verse y contarse todo a penas se cruzan. No no no. Acá el momento es el de pasear al perro.
Romances comienzan con un cruce de sonrisas cuando dos mascotas de diferentes dueños se encuentran y juguetean olfateándose - y los dueños casi que las imitan un poco más tímidamente! Amigos se comentan eventos pasados, se invitan a reuniones futuras, se cuentan gracias y desgracias. Todo, mientras se pasea al perro. Notable, ¿no?
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